EL LIBRO DE EQUIS

PARTE 4: BELLUM

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CAPÍTULO 31 - FELIZ CONMIGO

Equis apagó el tercer cigarro que se había fumado en los últimos veinte minutos. Silvia le había dicho que le llamaría “ahora, en poco” y aún no lo había hecho.

Equis ya veía venir lo que iba a decirle. El mensaje que le había mandado era un “copia pega” de la típica frase para dejar a alguien.

    - Hola Equis, siento haber estado un poco ausente la última semana. Entre el trabajo y que me han vuelto los mareos, no he estado nada pendiente del teléfono. Mira, necesito hablar contigo de algo importante ¿puedes hablar? Cuando puedas dímelo y te llamo. Un beso, guapo.

Estaba más que claro que se avecinaba tormenta. Lo que Equis no sabía bien era por qué. No podía ser por el tema de Alba, ya que aquello lo había solucionado con Silvia hacía ya un par de semanas. Había sido duro para ambos, pero al final ella le había perdonado, o al menos eso le había dicho en su momento.

Habían pasado tres semanas desde que Equis cometiera aquel estúpido error con la chica pelirroja. En realidad, no había llegado a acostarse con ella y su actuación había sido un absoluto fracaso, pero se había sentido como una mierda después de hacerlo. Tampoco tenía por qué; la situación era algo compleja…

Por una parte, Equis y Silvia no eran novios como tal. Habían hablado de ello varias veces y ella insistía mucho en no querer una relación “estándar”. Hablaba de siempre de dejar la relación fluir. A Equis le pareció perfecto, ya que era justo lo que quería, pero sí dejó claro que no quería una relación abierta, como ella había insinuado estar interesada alguna vez.

En ese sentido, Equis había sido un poco hipócrita, ya que él había cometido el desliz con Alba. Pero siendo Silvia a quién le parecía interesante lo del “amor libre”, no tenía por qué enfadarse por aquello. Además, no siendo novios como tal, tampoco.

Por otra parte, no había llegado a hacer nada con Alba. Tan solo se había dado unos besos durante unos segundos estando muy borrachos. Es algo que muchas parejas ni siquiera contaría al otro, menos aún, no siendo novios formales.

Equis decidió que le confesaría a Silvia su metedura de pata el día después de hacerlo. Sin embargo, como quería decírselo en persona, tuvo que esperar varios días a poder quedar con ella.

La semana anterior a aquello Silvia había estado bastante desaparecida. No habían quedado ningún día y ella casi no contestaba a sus mensajes. Era por eso también por lo que Equis había aprovechado para quedar con la gente del cine.

Que Silvia se comportara de ese modo no era algo que le preocupase, ella era así. En los meses que llevaban juntos, había podido comprobarlo. Era una chica que sufría mucho por su enfermedad. Además, amaba su trabajo y le dedicaba muchísimas horas, por lo que siempre estaba ocupada.

Cuando por fin pudo quedar con ella para contarle lo que había hecho con Silvia, al principio se mostró dolida. Sin embargo, fue ella misma quien le dijo que, si era algo que había pasado sin más y que no se iba a repetir, no le importaba. Es más, decía que no le habría importado que se hubiera acostado con ella.

Equis tenía sentimientos encontrados. Por una parte, le parecía que Silvia era una persona tremendamente madura. Aquella forma de asimilar eso, aun cuando le había dolido en un principio, era digna de admirar.

Por otra parte, se sentía humillado cuando ella dijo aquello de que “no le habría importado que se hubiera acostado con ella”. Equis se había estrellado estrepitosamente en su intento por acostarse con Alba. No lo había hecho porque no hubiera querido, es más, quería, y mucho. Fuera como fuese, no había dado detalles a Silvia sobre aquello y le había dicho que había sido el quién decidió no acostarse con ella al final.

Después de aquella conversación pasaron un maravilloso día juntos. Equis se enamoró más de Silvia de lo que ya lo estaba. Sentía mucha admiración por la forma en la que se había comportado respecto a aquello. Cuando después pasaron la noche juntos y, después de acostarse, se quedaron hablando en la oscuridad, ella le volvió a sacar el tema de Alba.

Equis le había contado que aquello había ocurrido con “una chica”. No mencionó a Alba. No por nada, simplemente porque la única que vez que le había hablado de ella era cuando se había contado sus antiguas relaciones en la segunda o tercera cita. No tenía por qué recordarla y tampoco era relevante.

En ese momento por la noche, tumbados juntos en la cama, Silvia le preguntó a Equis que si la chica con la que había pasado aquello era alguien con quien se hubiera liado antes. Equis le dijo que era Alba, una chica de la que le había hablado alguna vez y con la que solo se había besado.

    - ¡Lo sabía! Sabía que era Alba – dijo Silvia con una sonrisa tierna que transmitía aceptación.

    - Ah ¿sí? ¿por qué lo sabías? – preguntó Equis asombrado de que dijera aquello.

    - No sé, porque cuando me lo has contado a medio día me ha dado la impresión de que era alguien con quien ya te habías liado. Además, no hace mucho.

    - ¡Joder, con la adivina! – dijo Equis riéndose – pero, entonces no sabías que era Alba exactamente.

    - Sí, porque si hubiera sido Eme te hubieras ido con ella – respondió Silvia.

Equis se quedó callado durante un par de segundos, el tiempo suficiente para sentirse incómodo. Y no fue porque dudara de nada, sino porque le había sorprendido mucho que le dijera eso Silvia. Hacía mucho que no pensaba en Eme y realmente le parecía una bobada que ella pensara eso.

    - ¡Que va tía! ¡Joder! Si hasta me ha sorprendido que me digas eso, porque para nada lo siento así.

    - Bueno, no sé, yo solo te digo lo que pienso. Creo que ella te gustaba mucho.

Le había molestado bastante que ella dijera eso, pero no le quiso dar mayor importancia. A partir de ese momento, todo volvió a fluir entre Silvia y Equis. Durante la siguiente semana, se escribieron todos los días y estuvieron muy unidos. Además, continuaron planeando su proyecto artístico juntos, ese en el que iban a visitar siete ciudades y a hacer poemas y fotografías inspirados en ellas. Sin embargo, durante la semana posterior ella había estado muy desaparecida, lo que le llevaba al momento actual.

Estaba encendiéndose el cuarto cigarro esperando la llamada de Silvia. No sabía de qué quería hablarle, pero le había dicho que era algo importante. Tenía una sensación de ansiedad muy fuerte, se imaginaba donde acabaría la conversación con ella y quería que ocurriera cuanto antes. No soportada estar así.

Había pasado una hora desde que ella le escribiera y aún no había llamado. Equis decidió ponerse a hacer otras cosas porque si no se volvería loco. Hizo bien, ya que Silvia no dio señales de vida hasta por la noche, horas después.

Le escribió para decirle que lo sentía, pero que había estado muy liada con unas historias y que no había podido hablar hasta ese momento. Le dijo que si quería quedar al día siguiente por la mañana para hablar. Equis no trabajaba así que aceptó. No quiso preguntar mucho más, pero le parecía una putada tener que pasar aquella noche sin saber absolutamente nada.

Cuando quedaron, a la mañana siguiente, fueron a una cafetería en Lavapiés y tomaron un café. Equis estaba bastante desesperado, así que fue él quien fue al grano para disipar sus dudas y le preguntó que de qué quería hablarle que era tan importante. Ella le respondió con un tono que indicaba lo que Equis ya se estaba viendo venir.

Le contó que un amigo suyo se marchaba unos meses de voluntariado a la India y que ella había decidido irse con él. Cuando estaba fuera, de viaje, se sentía en paz y muy alejada de las dolencias que sentía viviendo en Madrid. Necesitaba aquello, así que tres semanas después se iría. Por lo visto llevaba toda la semana anterior planeándolo.

Después, le soltó un discurso sobre cómo ella le quería muchísimo y le dijo que le hacía muy feliz. Incluso reconoció que, cuando estaba con él, también era una liberación para ella y que le ayudaba con su enfermedad. Pero se marchaba. No sabía cuándo volvería y no quería planteárselo, simplemente se tenía que ir.

Por último, le dijo que había sido todo muy repentino y que por eso se iba en menos de tres semanas. Además, entre que tenía que trabajar hasta el último día y que preparar el viaje iba a ser durísimo, seguramente no tendría mucho tiempo para verle.

Equis estaba abrumado. Por una parte, para nada se esperaba aquello. Se marchaba, así, sin más. Sin siquiera pestañear, dejaba atrás toda su relación con él y todo el proyecto artístico que tenían juntos. Por otra, no entendía en absoluto a Silvia. Decía estar enferma, pero cuando estaba con Equis rara vez se sentía mal. Además, iban a irse de viajes por España para hacer sus fotos y poemas. Equis no entendía como aquello no le animaba, más aún cuando le sacaba de su enfermedad.

Fuera como fuese, una cosa era segura: su relación había terminado. Equis fue amable y fingió entender sus motivos. Le dijo que le deseaba que le fuera genial y que encontrara en aquel viaje lo que estaba buscando.

Aquella extraña mañana se despidió de ella.

31 - Feliz conmigo

Dices que estamos unidos
Que me quieres, claro está
Que a mi lado sientes paz
Que fue bello lo que fuimos
Y lo que viene acto seguido
Me lo puedo imaginar
El “pero” definitivo
Previo a la frase final
Que algo se te ha removido
Y una llama te ha nacido
Que no puedes controlar
Y tienes la necesidad
De marcharte con tu amigo
A cualquier otro destino
A cualquier otro lugar
Tú me cuentas tus motivos
Los escucho sin hablar
Los intento razonar
Pero no tienen sentido:
Tú persigues tu camino
Hacia la felicidad
Y si ya eres feliz conmigo
No sé bien por qué te vas

Diseño Capítulo 31 - Feliz conmigo

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