EL LIBRO DE EQUIS

PARTE 4: BELLUM

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CAPÍTULO 25 - CUANDO DEJAS DE PENSARLO

Equis estaba en el hall del cine cortando entradas. Era hora punta de un sábado por la noche y decenas de personas estaban haciendo cola esperando a que les diera acceso a las salas.

    - ¡Buenas noches! Sala 6, la tercera por el pasillo de mi derecha – decía automáticamente mientras cortaba las entradas y se las devolvía a una de las muchas parejas que iban a esas horas.

Estaba completamente concentrado y despachaba a los clientes bastante rápido, aunque con amabilidad. Normalmente, aquella labor, en el momento de más afluencia de gente del día, la realizaban dos personas, pero Equis tenía que hacerlo solo debido a los problemas de presupuesto que tenía la dirección desde hacía meses. No se quejaba, lo hacía bien y ganaba dinero con ello.

Siguió atendiendo a gente sin parar durante diez minutos. Pasado ese tiempo la cola se disolvió, aunque siguieron llegando espectadores de manera más dispersa. Cuando parecía que ya no aparecería nadie más por allí, Equis sacó el móvil para mirar la tabla de proyecciones de ese día. En breve, debería ir algún compañero a relevarle, ya que después tenía que ir a la sala 9 para limpiarla.

Sintió que se aproximaba alguien a la entrada. Cuando levantó la cabeza, vio a una pareja acercándose – esa chica me suena un montón – pensó. Al principio, no daba con quién era, pero cuando estuvo a pocos metros se acordó – ¡No jodas, es la chica de la pareja repelente de aquel día!

Acto seguido, miró al chico que la acompañaba. No era el mismo con el que había estado aquella vez que la vio. El otro era un chaval delgado y más bien bajito, con el pelo castaño. Este era un tipo alto y de espalda ancha. Además, tenía una barba bastante incipiente. Inconscientemente, le salió una pequeña sonrisa orgullosa. Ya estaban demasiado cerca, así que no pudo analizar más la situación. Les atendió.

    - Buenas noches – les dijo. Ellos automáticamente le enseñaron la mano con sus entradas – Dejadme ver… vale, sala 5, la segunda por el pasillo de mi derecha.

Cuando les devolvió las entradas, se fijó en ellos. Equis estaba segurísimo de que no eran solo amigos. De hecho, le parecía que, a la vista, hacían bastante buena pareja. Pasaron delante de él y fueron hacia la sala.

De repente, llegó Nacho, más conocido como el Fiestas entre el personal del cine.

    - Qué pasa portera, vengo a liberarte – le dijo según llegaba.

Antes de que Equis se marchase, le intentó convencer de que saliera aquella noche con él. Por lo visto, se le había “caído” un “planazo” y no se quería quedar con ganas de juerga. Equis tenía clara la respuesta a su invitación.

    - Ni de coña, tío – le contestó entre risas – si salgo contigo hoy, mañana me levanto a las cuatro de la tarde. Es un hecho probado científicamente.

Después, Equis se fue a la sala 9 para esperar a que acabase la sesión. Cuando entró y se sentó en la primera fila, sacó el listado de proyecciones para ver cuánto le quedaba a la película. Había llegado algo pronto, aún faltaban alrededor de quince minutos.

Una vez allí, en la oscuridad, empezó a pensar en lo que acababa de ocurrir. Se había encontrado a la chica de la pareja repelente, pero con otro chico. Eso significaba que, tal y como él había predicho, aquel amor no había perdurado. Habían pasado cuatro meses y medio desde que se cruzara con ellos en aquella misma sala en la que estaba. Equis pensó que era curioso cómo, al igual que a él le habían pasado miles de cosas en aquel tiempo, también les debían haber pasado a ellos. Los últimos meses de Equis habían sido bastante ajetreados…

Después de que Alba le rechazara, definitivamente se curó. Dejó de sentir tristeza y desgana, y empezó a ilusionarse de nuevo por cosas. En cuanto a su carrera como poeta, Equis había tenido una idea que creía que podía ser interesante: hacer un poemario basado en obras de arte clásicas. Esto le producía una gran ilusión y se pasaba los días buscando cuadros y esculturas que le inspiraran cosas. Había escrito también algunos poemas, aunque no acababan de convencerle; podía hacer cosas mejores.

Equis pensaba que estaba en un gran momento. Volvía a estar en marcha con sus creaciones y además tenía un trabajo que le estaba dando unos ingresos más que aceptables. En los últimos cuatro meses y medio, le habían ido llamando cada vez más y había llegado a un volumen de trabajo con el cual podía pagar sobrado todos sus gastos mensuales, que eran bastante modestos. En el último mes incluso había podido ahorrar algo. Eso suponía que Equis no tocaba sus ya bastante escasos ahorros. Todo esto, sin estar atado al trabajo y teniendo tiempo para concentrarse en su pasión.

Para rematar, desde que se hiciera la app de citas de nuevo, Equis había estado chateando con muchas chicas y había llegado a quedar en persona con cinco. Con tres de ellas no había conectado para nada al conocerse y las citas fueron insulsas y no muy largas. Con las otras dos, Lucía y Marta, sí llegó a conectar de algún modo.

Con la primera, Lucía, quedó por el barrio de ella y tomaron algo en un bar de por allí. Pasaron varias horas charlando y bebiendo. El tiempo se les pasó volando y, al llegar la noche, ella le invitó a ir a su casa. Allí se acostaron y Equis se marchó a la mañana siguiente. Creía que habían sido una gran velada para ambos y le hubiera encantado quedar de nuevo con ella, pero a partir de ese momento empezó a estar distante y a dejar de escribirle. Equis captó el mensaje y siguió su camino.

Después conoció a Marta, con quién le pasó justo lo contrario. El día que quedaron pasaron muchas horas juntos y conectaron muy bien, aunque hubo varias cosas de ella que a Equis no le acababan de convencer. Al llegar la noche, Marta también le invitó a ir a su casa, durmió allí y se marchó a la mañana siguiente. Sin embargo, al segundo día se dio cuenta de que esa chica en realidad no era para él. No había un motivo concreto y ella le parecía muy simpática. Además, se entendían bastante bien, pero faltaba algo, esa chispa. Equis decidió sincerarse con Marta cuando vio que ella le escribía incluso más intensamente que antes de acostarse juntos. Se molestó bastante. Equis se disculpó y siguió su camino.

Era lo mejor del maravilloso momento en el que se encontraba, que nada le afectaba a nivel personal. Todo eran “cosas que le pasaban” y él simplemente las vivía y las disfrutaba. Y todo eso le llevaba hasta el momento presente.

En ese instante, salió de su mente y sus recuerdos. Le apeteció abrir la app. En las dos semanas anteriores no había tenido mucha actividad y en aquel momento no había ninguna chica con la que estuviera chateando. De hecho, hacía una semana que no se metía a mirar. Sacó su móvil y abrió la aplicación de citas.

Para sorpresa de Equis, tenía una visita a su perfil y un mensaje. Era algo que ocurría a menudo: la chica visitaba su perfil y si le gustaba lo que veía, le escribía.

Antes de leer el mensaje, miró quién le había visitado. En cuando vio el nombre se acordó de ella: “Mariposa”. Era una de las tres primeras chicas a las que había escrito cuando se volvió a hacer la app. Entró en su perfil para corroborarlo y así fue. También recordó por qué le había escrito, porque era “fotógrafa conceptual”.

A Equis le parecía muy curioso que aquella chica le hubiera contestado tanto tiempo después. No recordaba exactamente lo que él le había escrito, aunque en breve lo averiguaría. Fue a la bandeja de entrada y vio que el mensaje era de hacía cuatro días. Sin embargo, ella estaba conectada.

Antes de entrar en el “chat” para ver su mensaje y contestarle, Equis levantó la mirada y pensó para sí mismo: “Estoy en la cresta de la ola”.

25 - Cuando dejas de pensarlo

Tanto tiempo preguntando
¿Qué demonios debo hacer?
¿Cómo liberar mi ser
De un pesar duele tanto?
No paré desde el impacto
Me pregunté cómo enfermé
Me desquicié, me eché a perder
Empeoré y seguí buscando
Y me vi envuelto en el fango
Y las respuestas que busqué
No llegaron ni llorando
Y es ahora que lo sé:
Cuando dejas de pensarlo
Es cuando deja de doler
Y cuando no te duele algo
Significa que está bien

Diseño Capítulo 25 - Cuando dejas de pensarlo

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