PARTE 1: CINERE
Estaban sentados en la cama. Eme parecía muy contenta con todos sus regalos, pero Equis era más feliz que nunca. Se sentía inmenso al regalar cosas tan profundas y personales a una persona tan bonita como Eme. Y todo le había salido a la perfección.
Todavía quedaba la última “pista” y el último regalo. La pista la tenía en el bolsillo y el regalo, al igual que los dos anteriores, lo había escondido en el cuarto de Eme. Cuando Equis se lo dijo, ella le miró con cara de incredulidad.
- Joder, ¿otro? Necesito un cigarro antes – dijo.
Se sirvieron otra cerveza, jurando que ya era la última para disfrutar de la sorpresa final. Ya teniendo Eme su cerveza servida y su cigarro en la mano, Equis le dio la nota y ella la leyó:
“Hay un último regalo
Y otra vez está escondido
¿Y si juntos lo buscamos
entre todos esos libros?”
Eme tenía una estantería en su cuarto dónde la mayor parte de lo que había eran libros y novelas gráficas. No tardó en encontrar su último regalo, ya que se sabía casi de memoria todos los libros que tenía y dónde estaban puestos. De hecho, Equis había temido que lo encontrara cada segundo desde que lo dejó allí, dos días antes.
El último regalo tenía que ser algo más “convencional”, algo más “tangible”: le había comprado la edición especial de “V de Vendetta”. Ella había tenido hasta hacía poco su edición corriente de la novela gráfica, pero su hermano se la dejó a un amigo y este la acabó perdiendo. Le había dicho varias veces a Equis que se la volvería a comprar, porque amaba aquel libro, pero al final nunca lo hacía. Era un regalo perfecto para culminar el día de Eme.
- ¡No! – dijo alargando la “o” cuando lo vio - ¡Tío y es la edición especial! ¡Ay, muchísimas gracias Equis!
Ella le dio un beso y se sentó en la cama a ojear el libro. Lo tocaba, lo olía. Dijo de broma que lo que quería era que Equis se fuera para poder leer su comic y escribir en su cuaderno. Él la miraba sonriente. Nunca en la vida se había sentido así, tan feliz, tan lleno de vida y de cariño. Amaba a Eme, la vida le había brindado estar allí con ella y había tenido la oportunidad de regalarle todo el amor que sentía materializado en su arte. De hecho, Equis había considerado todo aquel proyecto como “una obra suya más”. Una inimitable y maravillosa.
Eme levantó la cabeza y le miró. Dejó sus regalos y comenzó a besarle. Le dio besos de esos que piden algo más que besos. Equis respondió besándole más intensamente que ella. Se levantó y le invitó a levantarse. Le desnudó. Eme era la chica más atractiva que había visto desnuda. Se desnudó y los dos se tumbaron en la cama. Comenzaron a besarse, a acariciarse, a tocarse. La noche no podía culminar de una manera mejor. La vida no podía estar más armonizada. Equis era feliz, todo era perfecto, hasta que sonó el telefonillo...
5 – Hasta que suene el telefonillo
Amo estar contigo
Regalarte lo que escribo
Pero temo al sinsentido
Y a no poder oír los grillos
Ni tu voz, ni tus latidos
A no entender el estribillo
Con sus berridos
Entre tanto ruido
Y si algo he aprendido
Es que nuestros enemigos
Siempre atacan a la vez
Si parpadeo, ya he perdido
Todo lo que admiro
Todo lo que callaré
Estar a solas, escondidos
Gozar de lo que compartimos
¿Quieres más? y ¿para qué?
Es el deseo más sencillo
Yo quiero la cara B
De la vida que vivimos
Ven aquí te sanaré
Que si tu brillas yo brillo
Ven conmigo, abrázame
Hasta que suene el telefonillo
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