EL LIBRO DE EQUIS

PARTE 3: NIHILO

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CAPÍTULO 24 - LO QUE ES TENER

Equis entró en la Sala 9 y se dirigió a la primera fila, que siempre estaba vacía. Era sábado de nuevo y le había tocado hacer exactamente el mismo turno que tres semanas antes, así que después de aquello, habría terminado su jornada.

Equis se sentó y se puso a pensar en todo lo que había vivido durante aquellas semanas y en cómo esas experiencias le habían cambiado la percepción de todo. Pensaba que era curioso cómo su propio cambio de enfoque sobre las cosas podía llegar a producir cambios tan notorios en la realidad que experimentaba. No tenía más que mirar a su alrededor para comprobarlo.

Se giró y miró, entre la niebla de la sala, cuántas personas podría haber en aquella última sesión de la noche. Había tres parejas y dos personas solas. Equis sabía que no tardaría nada en recoger aquella sala, porque además la había dejado impoluta al finalizar la sesión anterior, por lo que solo tendría que limpiar lo que ensuciaran los pocos que había allí en ese momento.

Se volvió a girar y miró la película que se proyectaba. No le interesaba en absoluto. – ¡Otra gran noticia! – pensó Equis desde su butaca en la primera fila. – Así puedo disfrutar de estos minutos de relajación.

Todo lo que le rodeaba parecía ir orientado a agradarle. Otro ejemplo de cómo su perspectiva moldeaba la realidad era que estaba segurísimo de que aquel día no encontraría una pareja empalagosa ni nada parecido que le amargara. Y no era porque no se le cruzara gente que le diera motivos para enfurruñarse, sino porque no tenía dentro el malestar necesario para aborrecer todo lo que le rodeaba. Era grato poder vivir así.

Sacó su móvil para entretenerse mirando las redes sociales. Últimamente, Pablo siempre le mandaba memes graciosos y cosas parecidas, por lo que seguro que tenía allí algo con lo que reírse un rato. Y así fue. Echo algunos minutos disfrutando de una de las mejores cosas que ha dado jamás internet: el humor global. Entre publicación y publicación, la aplicación siempre metía alguna publicidad, normalmente en función de tus gustos personales. Muchos de los anuncios, aunque orientados a sus intereses, no eran relevantes para Equis. Sin embargo, hubo uno que le hizo pararse y leer el texto que incluía.

“La app de citas líder en España ha renovado su diseño e incluido nuevas funcionalidades que harán que encuentres a esa persona especial”

Debajo de aquel texto había una imagen en la que aparecía una modelo guapísima. No era despampanante, solo la típica chica joven, agraciada y simétrica de la que cualquier hombre se enamoraría nada más verla. Salía sonriendo, mirando a cámara y llevaba una camiseta de tirantes de los cuales uno estaba caído.

A Equis se les escapó una risilla. Era sublime la perfección con la que los publicistas que habían diseñado el anuncio habían elegido aquella foto. Tanto de la camiseta como de los labios de la chica, eran del mismo rojo que el logo de la aplicación de citas. Este estaba colocado abajo y a la izquierda. Era la misma app que Equis había utilizado años atrás y en la que había conocido a Eme.

Quizás una semana antes Equis habría visto eso como una broma cruel del destino haciéndole recordar a su amada Eme, pero ahora había cambiado su percepción y las cosas eran diferentes. Ahora veía aquel color y no sentía que le perteneciera a ella. Formaba parte de su historia, sí, pero también podía formar parte de otras historias. Esa nueva visión hacía que no hubiera motivo para enfadarse porque “todo le recordaba a ella”, porque ya no era así. En vez de pensamientos oscuros, el único que se le venía a la cabeza era “¿Y si me la hago de nuevo?”.

Se quedó unos segundos contemplando la imagen de aquella preciosa modelo que habían usado para el anuncio. Luego miró debajo de la imagen dónde había un gran botón del mismo rojo propio de la marca, en el que estaba escrito “descargar”. Finalmente lo hizo, lo pulso y se descargó la aplicación.

Una vez la tuvo en su móvil y entró, Equis tenía una sensación maravillosa en el estómago. – ¿Cuántas historias podrán surgir aquí? – se preguntaba. Lo primero que tenía que hacer era registrarse y rellenar su perfil. Le apetecía muchísimo empezar a completarlo y plantearse qué ponía, además de elegir algunas fotos suyas.

De repente, las luces del cine se encendieron. Los créditos ya estaban corriendo por la pantalla y la gente se estaba empezando a levantar. Guardó su móvil y fue justo al lado de la puerta, donde esperó a que hubiera salido todo el mundo. Realizó su trabajo y, cuando terminó, fue a la puerta trasera del cine dónde tiró al gran contenedor todas las bolsas que había ido generando durante la noche. Después, fichó sus horas, se cambió en los vestuarios y se marchó.

Aquel sábado había decidido quedarse en casa tranquilo, así que volvió dándose un paseo por las calles de su barrio. Mientras caminaba, Equis pensaba en qué podía invertir aquella noche que tenía por delante. Hasta eso le parecía maravilloso – No hay nada mejor que decidir qué vas a hacer en las próximas horas. Estoy vivo para elegir lo que yo quiera. – pensaba con ilusión.

Decidió que, antes de nada, debía cenar algo ya que llevaba sin comer desde la una del mediodía, así que fue a un “24 horas” cercano a su casa. Allí, además de unas empanadas de carne, compró unas palomitas de maíz para microondas. La última parte de su plan era disfrutar en casa de una buena peli (o quizás empezar una buena serie) con palomitas. Eso era exactamente lo que quería hacer aquella noche.

Cuando llegó a casa, metió las empanadillas en el horno y, cuando estuvieron listas, las colocó en una bandeja para llevársela al cuarto. Una vez se sentó, antes de empezar a cenar quería decidir algún contenido audiovisual que fuera bueno para ver mientras tanto. Le daba igual que fuera una película, una serie o algún programa de humor. Pensó que podía mirar algunas recomendaciones en internet, así que sacó su móvil del bolsillo. Como no había vuelto a mirar el móvil desde que lo guardará para acabar su trabajo en la sala 9 del cine, cuando lo desbloqueó, apareció en la pantalla el formulario que Equis había dejado sin empezar en la aplicación de citas que se había descargado.

Equis pensó que no podía haber un plan mejor, le apetecía muchísimo aventurarse en aquello. Cenó mientras rellenaba el perfil y elegía algunas fotos con las que “presentarse” ante las usuarias. Aquella app le hacía preguntas de todo tipo para describirse y, si hacía lo mismo con las chicas, podía ser una buena manera de conocer gente realmente afín. También estuvo navegando por la app para entender cómo funcionaba, ya que había cambiado el diseño bastante desde que él la había usado años atrás.

Al terminar de cenar ya entendía más o menos como funcionaba aquello. Básicamente, era igual salvo que ahora había más parámetros para buscar gente con gustos y perfiles más específicos. Por lo demás lo mismo: Equis podía enviar tres mensajes a tres chicas diferentes al día. Si a ellas les gustaba lo que leían y lo que veían en su perfil, le contestarían. Finalmente estaba el dichoso “Pase Premium”, con el cual se pagaba una cantidad mensual y podía enviar todos los mensajes que se quisiera. No paraban de recordarlo en la app, pero Equis prefería jugar “sin trucos”.

Ya había rellenado el perfil y estaba listo para comenzar a mirar perfiles y elegir a las tres chicas a las que les mandaría un mensaje aquella noche. Abrió la sección de la app en la que se podían ver perfiles destacados y hacer búsquedas. De repente, decenas de rostros de mujeres rebosaron los ojos de Equis. Eran fotos en miniatura, pero eran todas diferentes y en todas le apetecía entrar para ver qué había. – ¡Las palomitas! – pensó entusiasmado. – ¡Necesito las palomitas!

Después de casi tres cuartos de hora buscando perfiles, Equis encontró a la primera afortunada de la noche. El nombre de perfil que se había puesto la chica era “Arual”, que era claramente su nombre real al revés. Era curioso como parecía que nadie quería poner su nombre real en aquel lugar y todo el mundo hacía algo para camuflarlo, aunque fuera tan poco eficaz. En las fotos, Laura era una chica morena guapísima, con una dentadura preciosa que siempre enseñaba y una estética bastante “hippie” que a Equis le parecía muy atrayente. Además, aquella chica ponía en el perfil que era redactora en una revista de música, aquello le parecía muy interesante. Así que probó suerte y le mandó un mensaje. No quería parecer un pesado cualquiera de la app, pero tampoco quería ser excesivamente soso. Intentó mantenerse en el centro.

    - Hola Laura ¿qué tal estás? Me llamo Equis ¡un placer! Acabo de ver tú perfil y me ha apetecido escribirte porque me ha gustado mucho, sobre todo lo de que eres redactora musical, me produce mucha curiosidad. Bueno, si te apetece, estoy por aquí. Un beso Laura.

Cuando dio a enviar, Equis sentía la adrenalina en su cuerpo. – ¡Qué tontería! – pensaba. – si tan solo es mandarle un mensaje a una desconocida que es posible que ni siquiera lea nunca. – Pero igualmente le resultaba emocionante aquello.

Continuó mirando perfiles y no tardó mucho en dar con el siguiente que le gustaba. Esta segunda chica se había puesto de mote “Mariposa”. Aquella chica solo tenía una foto en su perfil en la que aparecía de espaldas, sentada en una playa. No se le veía la cara, pero la foto era preciosa y se podía intuir que era delgada, pero con unas caderas curvas preciosas y elegantes. Además, lucía un pelo negro azabache muy largo, en el que tenía una especie de pinza con una pequeña mariposa de color rosa.

Normalmente, Equis no hubiera mandado uno de los tres mensajes que podía a una chica de la que no conocía el rostro, pero aquella foto tenía algo. Fueron las cosas había escrito en su perfil lo que le hizo decidirse a hacerlo. En profesión, ella había indicado que era “Fotógrafa conceptual”. Solo eso ya le parecía a Equis que era una pasada, pero es que además le gustaba la misma música que a él y tenía en su descripción escrito un poema de uno de sus autores favoritos. Tenía que escribir a aquella chica sí o sí. Esta vez iba a ser más directo, total, no tenía nada que perder.

    - Muy buenas “Mariposa”, me llamo Equis. Tía acabo de ver tu perfil y lo voy a decir sin rodeos: me encantas. Me parece una pasada que seas fotógrafa conceptual y me fliparía que me contases más sobre eso. Además, creo que podríamos compartir buena música tú y yo :) Bueno eso, que si te apetece escríbeme. Un beso.

Según escribió la última letra, dio a enviar. No hizo como normalmente, que releía al menos una vez el mensaje para ver que lo había escrito bien y había dicho lo que quería decir. “No tengo nada que perder” fue, una vez más, la respuesta que se dijo automáticamente.

Solo le quedaba un mensaje por enviar y, después, tendría que esperar hasta el día siguiente para poder mandar más. Decidió fumarse un cigarro mientras buscaba ese último perfil. No tardó mucho en encontrar a Sonia, que era un auténtico pivonazo. En todas las fotos salía de cuerpo entero, posando y vistiendo “shorts” o faldas más bien cortas. Tenía un cuerpo que era una absoluta locura. Equis nunca habría pensado en enviar un mensaje a una chica como esa, si no fuera, una vez más, por las cosas que había escritas en su perfil. A Silvia no solo le gustaba la poesía y la buena música, sino, por las cosas que ponía, parecía que era una persona profunda y con un mundo interior muy rico. Equis sabía que le iba a mandar un mensaje sí o sí, porque era una diosa, pero como tenía sus dudas razonables sobre si esa chica le contestaría, tiró un mensaje a lo loco:

    - ¡Hola Silvia! ¿Qué tal? Me llamo Equis y solo te escribo para decirte que, parafraseando a los doscientos tíos antes que yo, me pareces una autentica pasada de chica. Y no por las fotos (que también), sino por todo lo que escribes. Si existes y no eres un perfil falso o algo así, me encantaría conocerte. Si te apetece, ya sabes. Un beso.

Con ese mensaje Equis se quedó a gusto. Cuando lo envió, estuvo unos segundos en silencio pensando en el gran rato que acababa de echar con aquella aplicación. Solo faltaba que le contestase alguien y sería un exitazo. Pero si no pasaba, tampoco pasaría nada. Eso era lo mejor de todo: que, como no tenía nada, tampoco podía perder nada.

Decidió repasar los mensajes que había mandado antes de irse a la cama, solo por recordar la ilusión que había sentido al mandarlos y la que le producía que quizás en los próximos días alguna de esas chicas le contestara.

Cuando entró en la conversación con “Arual”, vio que, en el mensaje que le había enviado, aparecía un símbolo que indicaba que ella ya lo había leído. Equis pensó que podía haberle dejado “en visto” por mil motivos, que no tenían que ser necesariamente que no fuera a escribirle nunca. Se equivocó, pero no pasaba nada. Los otros mensajes a “Mariposa” y Silvia no los habían leído. Era posible que no lo hicieran nunca, pero tampoco pasaba nada.

Equis limpió todo, se lavó los dientes y fue a la ventana de su cuarto a fumarse un último cigarro antes de acostarse.

Previamente a encender aquel cigarrillo, respiró profundo, a gusto. Se sentía libre como no lo hacía en años. Miró hacia las semanas anteriores: lo había perdido todo. Ya no le quedaba ni siquiera un recuerdo nítido de Eme; bueno sí, pero de una fotografía en la que ella aparecía tan cercana a su amigo Cantero y tan lejos de él. También había perdido la oportunidad de alargar y disfrutar más su pequeña historia con Alba, además de haber hecho el ridículo absoluto en todos los mensajes que le había mandado.

Sin embargo, Equis se sentía aliviado. Perder todas aquellas cosas en realidad no le restaban nada, de hecho, eran cargas sin las que estaba más ligero. Se fue a la cama pensando en aquello.

24 - Lo que es tener

Buscaste todo lo que quieres ser
Y te quedaste en la estacada
No apareció al anochecer
No lo encontraste en la mañana
Ni lo encontraste en su mirada
Y volviste a caer
Y todo el mundo lo esperaba
Así que, despierta de una vez
Despide ya a tu estupidez
O tírate por la ventana
¡Y vaya si me tiré!
Y me curé mientras volaba
Además gané, lo que jamás soñé
Y hoy es mi joya más preciada
La libertad de no poder perder
Porque, lo que es tener, no tienes nada

FIN DE LA TERCERA PARTE

Diseño Capítulo 24 - Lo que es tener

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