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EL LIBRO DE EQUIS

PARTE 4: BELLUM

CAPÍTULO 32 - VOLVERLA A VER

Estaba lloviendo muchísimo. Eran las diez de la noche y Equis acaba de salir de trabajar del cine. Se puso la capucha de la sudadera y salió caminando hacia casa.

Mientras caminaba evitando los enormes charcos y ríos que había sobre las aceras, no podía dejar de pensar en el mensaje que le había mandado Silvia el día anterior. Estaba ya en la India desde hacía algunos días. Desde que se despidieran el día que ella le contó que se iba, tres semanas antes, no la había vuelto a ver ni había hablado con ella. Para Equis, aquella despedida suponía que no volverían a verse.

Sin embargo, aquel día ella le había mandado un mensaje acompañado de una foto. Era una que había tomado ella de un templo en algún lugar de la India.

    - ¡Hola Equis! Como ves, ya estoy en la India. Solo quería decirte que para mí lo más duro de irme de Madrid fue tener que despedirme de ti. Ojalá que estés bien y que sigas con tus sueños poéticos. Un beso fuerte.

En realidad, a Equis le daba rabia que le mandara aquel mensaje. La única cosa que podía asumir como verdad de esas palabras era que ella se había marchado y que ya estaba en la India. En cuando a que para ella fuera duro despedirse de él, Equis no lo tenía muy claro. No pareció tener ningún tipo de problema en marcharse y dejar atrás todo lo que habían vivido.

Además, al final le decía: “ojalá que sigas con tus sueños poéticos”. A Equis aquello le parecía estar al límite entre la amabilidad y el estar riéndose de él.

Desde hacía unos meses Equis había empezado a trabajar en un nuevo proyecto: crear un poemario basado en obras de arte clásicas. Sin embargo, lo dejó a un lado cuando decidió comenzar uno nuevo con Silvia: hacer un poemario basado en fotos que hiciera ella en los diferentes lugares de España a los que fueran. Desde el momento en el que hablasen de hacer aquello, Equis no había podido pensar en otra cosa.

Como el trabajo artístico dependía de los viajes, invitó a Silvia muchas veces a que organizaran el que sería el primero. Sin embargo, ella siempre estaba muy ocupada con su trabajo y con su enfermedad, y cada vez que él le proponía hablar de ello, se mostraba poco entusiasmada.

Cuando llegó el momento de la despedida y el trabajo con Silvia murió por completo, Equis decidió que debía volver a su proyecto inicial: el poemario con las obras de arte clásicas. Sin embargo, estaba totalmente bloqueado. Intentó buscar obras que le inspiraran, pero no le salía nada.

Durante esas dos semanas desde que se despidió de Silvia, solo tuvo una idea que le pareciese buena sobre el proyecto. Como la mayoría de las obras que le inspiraban para escribir eran esculturas romanas, había decidido que cada poema, llevaría un nombre en latín. Sería solo una palabra. A parte de aquello, no había avanzado nada más.

Equis ya había llegado a casa. Se quitó la ropa totalmente mojada por la lluvia y, como aquella noche se iba a quedar en casa, se puso directamente el pijama. Su plan era trabajar por la noche en encontrar nuevas obras de arte y, si le venía la inspiración, quizás crear algún poema.

Le había parecido interesante buscar algo sobre la diosa romana Bellona, que era la diosa de la guerra. Le había parecido interesante el concepto y quería encontrar alguna escultura o cuadro que le inspirara para escribir algo sobre ella. Sin embargo, no encontraba muchas obras clásicas romanas, la mayoría que encontraba en internet eran más bien contemporáneas.

Equis estuvo un rato con su investigación hasta que se dio cuenta de que su móvil parpadeaba con la clásica luz azul que le indicaba que tenía un mensaje. Se le pasó por la cabeza que podía ser Silvia de nuevo, pero no lo creía. La había dejado “en visto” el mensaje que le había mandado con la foto. Después de cómo se había marchado, no tenía intención de hablar mucho más con ella y tampoco pensaba que ella fuera a insistir en exceso.

Cuando Equis cogió el móvil, antes de leer el mensaje, pudo ver de quién era. El mundo se paró. Durante unos segundos la tierra dejó de girar, el viento dejó de soplar y la lluvia se congeló en el aire. Con la mirada fija en el infinito, volvió a dejar el móvil sobre la mesa – No puede ser – pensó.

Hacía once meses desde que la viera por última vez. Casi un año sin poder verla, olerla, tocarla; sin poder escuchar su voz o saber cómo estaba. Eme, el gran amor de su vida.

El corazón de Equis latía a mil por hora. Cogió el móvil de nuevo, necesitaba saber qué tipo de mensaje le había mandado. Quizás era un mensaje vacío, como el de Silvia, en el que simplemente le preguntaba que qué tal estaba sin ninguna otra intención. Lo leyó.

    - ¡Hola Equis! ¡Cuánto tiempo! Me ha apetecido escribirte para ver cómo te va todo. Espero que estés genial. Un beso fuerte.

El mensaje, en su sentido literal, estaba totalmente desprovisto de cualquier intencionalidad – Vale, Equis, lo que tienes que hacer es contestar amablemente, preguntarle que qué tal le va y luego volver a tus cosas – pensó antes de contestar. En realidad, que ella le escribiera no tenía por qué significar nada. Equis intentó calmarse pensando que no tenía sentido ponerse nervioso por aquello.

    - ¡Hola Eme! Qué alegría saber de ti. Pues estoy muy bien. Aquí, trabajando en mis poemas, ya sabes XD Espero que tú estés genial también. Un beso

Equis dejó móvil sobre la mesa de nuevo. – ni se te ocurra quedar con ella – pensó en primera instancia. Tenía clarísimo que Eme y él no estaban hechos para estar juntos. Eran demasiado diferentes. A Equis le había costado meses aprender aquella lección y no podía permitirse faltar a sus principios.

Luego reflexionó y se dio cuenta de que estaba exagerando. Ella no decía nada en el mensaje que le indicara que quisiera verse con él, y mucho menos aún volver. Había contestado cordialmente y la cosa simplemente podía quedar ahí. Debía volver a sus cosas y no montarse más películas.

Eme contestó a los pocos minutos. En sus palabras se podía apreciar que quería entablar conversación con él. En un principio, aquello agobió un poco a Equis. Lo había pasado muy mal en su ruptura con ella y no quería volver a pasar por algo parecido. El simple hecho de estar hablando por mensajes ya le ponía un poco nervioso. Sin embargo, sabía que iba a escribirse con Eme al menos un rato más ¿cómo no hacerlo? Quería y le apetecía saber de ella. – Pase lo que pase, no quedes con ella Equis. No lo hagas. La experiencia y tus principios te dicen que no debes – se decía a sí mismo antes de comenzar a chatear con la chica de su vida.

Comenzaron a hablar. Ella se mostraba muy simpática e interesada por saber sobre cómo le había ido a Equis en los últimos meses. Durante un rato, Equis se olvidó de todo. Charlaron sin más pretensiones que saber el uno del otro. Lo disfrutó muchísimo y recordó por qué había amado tan locamente a Eme: era una chica maravillosa. En un momento dado, ella pronunció las palabras que iniciaron un nuevo capítulo en la vida de Equis.

    - Tío, que guay volver a hablar contigo Equis, lo echaba de menos :) No sé si querrás, y si no, no pasa nada, pero... ¿te apetece que quedemos?

32 - Volverla a ver

Justo en el día del juicio
No dejaba de llover
Mi abogado fue de oficio
Mi defensa de papel
El juez fue mi mayor vicio
El que nunca dejaré
Supe bien que era el inicio
De volver a recaer
Y por eso me desquicio
Porque no hay nada que hacer
Y aunque intente no caer
Ruedo por el precipicio
Y ya sé dónde acabaré
Todos sabemos lo que haré
Si negaría mis principios
Solo por volverla a ver 

Diseño Capítulo 32 - Volverla a ver

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