EL LIBRO DE EQUIS

PARTE 2: TRISTITIA

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CAPÍTULO 14 - SI COMENZARA DE NUEVO

Después de aquél último día en Tristitia, algo cambió dentro de Equis. Ahora tenía un propósito: intentar recuperar a Eme. Estaba dispuesto a darlo todo por tener una segunda oportunidad con ella, pero se había puesto una serie de condiciones para hacerlo.

Lo primero de todo, tenía que cuidarse a sí mismo. No podría recuperar a una chica como Eme siendo un tipo que estaba, hundido y sin autoestima. Por eso empezó a levantarse temprano y a salir a correr a eso de las 9:00 cada mañana. Después hacía todas las labores de la casa y se ponía al día con su proyecto. 

Las tardes las dedicaba a pensar en cómo iba a recuperar a Eme. No habían tenido ningún tipo de contacto desde que lo dejaran. Decidió que, si quería recuperarla, tenía que sorprenderla; tenía que hacer algo grande, como aquella sorpresa tan maravillosa que le había regalado casi un año antes. 

Al tercer día de llevar esta rutina, Equis se sentía que era otra persona. Tenía la mente clara y estaba, ahora sí, volviendo a trabajar en su proyecto de una manera seria. Además Equis ya se sentía preparado para el primer paso que debía dar con respecto a Eme: escribirle.  

Era posible que Eme ya no quisiera saber nada de él, así que tampoco tendría mucho sentido hacerle una sorpresa sin saber antes si era viable regalársela. Pensó y escribió el mensaje que le mandaría. No quería decirle directamente que quería volver con ella, eso sería a través de la sorpresa, pero necesitaba decir algo que hiciera que Eme quedara con él. Estuvo toda la tarde dándole vueltas y, por la noche, se decidió a mandar el mensaje:  

    - Hola Eme ¿qué tal estás? Espero que muy bien. Sé que solo ha pasado una semana y tal, pero ¿te apetecería tomar algo conmigo el sábado? Me apetece saber que tal estás y además me encantaría contarte varias cosas que he estado pensado. Dime algo ¿vale? Un beso 

Equis mandó aquel mensaje a las diez de la noche del martes, una semana y dos días después de su primera visita a Tristitia, que fue al día siguiente de romper con Eme. 

Esperó hasta las doce a ver si ella respondía, pero después se obligó a irse a la cama.

Esa era otra de las “condiciones” que se había puesto a la hora de recuperar a Eme: aceptar lo que fuera que pasase. Era posible que ella ya se hubiera hecho a la idea de no estar con él y no quisiera volver. La idea no era tanto “recuperar a Eme” como “ INTENTAR recuperar a Eme”. Su misión era dar el máximo de sí mismo para tratar de estar con la chica a la que amaba. Si ella no le correspondía, no podía hacer nada, pero se quedaría tranquilo de haber hecho todo lo posible. 

Cuando Equis se levantó a la mañana siguiente, su móvil tenía esa luz azul parpadeante que indicaba que le habían escrito. Se levantó para leerlo, estaba seguro de que era Eme. Estando bastante nervioso, desbloqueó el teléfono. 

    - ¡Hola Equis! ¡Claro que nos tomamos algo! Me apetece mucho saber de ti. Lo que pasa es que este sábado no puedo, me voy con Raquel a su casa de la sierra el “finde” entero. Además esta semana estoy hasta arriba de trabajo. Si te parece te escribo el lunes y vemos un día de la semana que viene para tomarnos algo ¿vale? Un beso guapo 

Equis estaba ilusionadísimo. Solo esa respuesta ya parecía casi una victoria. Le había dicho que “claro que se tomaban algo” y que “le apetecía saber de él”. Y aunque le había dicho que no al sábado, le había prometido que le escribiría el lunes, así que no estaba dándole largas sin más. Equis no se lo podía creer. 

    - ¡Qué bien que digas eso! Me parece genial, el lunes hablamos ;) Pásatelo en grande en la playa! Un beso Eme 

Después de aquello Equis salió a correr, como todos los días. Todo aquello le estaba saliendo bien porque estaba volviendo a su rumbo, a cuidarse y a trabajar en su proyecto, tenía que seguir así. Esa mañana se sentía especialmente poderoso, así que decidió hacer una ruta más larga que la que había estado haciendo los días anteriores. El parque por el que salía a correr era enorme y conectaba varios barrios de aquella zona. 

Equis llegó a una colina que se elevaba de entre los muchos árboles que tenía aquel gran parque. Allí había un banco de madera que apuntaba a unas vistas preciosas con los árboles en primer plano, las urbanizaciones de aquella zona en segundo y la ciudad de Madrid en tercero. Detrás, el cielo azul claro de la mañana. Equis no pudo hacer más que tomarse allí unos minutos para descansar y disfrutar de las maravillosas vistas. 

Allí sentado fue cuando ocurrió todo. Se sentía muy a gusto, entre los árboles y el césped, y se puso a pensar en la sorpresa que le había hecho a Eme casi un año antes. También en cómo podría hacerle algo que estuviese a la altura. Tenía la mirada clavada en la línea que creaban los perfiles de los tejados de las urbanizaciones de en frente sobre el cielo. – Sería genial hacerle algo grande; y que fuera público, que todo el mundo pudiera verlo. Esas cosas vuelven loca a Eme – pensó mientras seguía la línea de los edificios de izquierda a derecha. Cuando llegó a la alargada urbanización que tenía los salientes en la azotea se paró, ya que había personas en una de las terrazas comunitarias que tenía el edificio. Eran una pareja joven y estaban de espaldas al parque, haciéndose un selfi. Equis pensaba que les debía de estar quedando una foto muy bonita. Se fijó en los grandes salientes que tenía aquel edificio de urbanizaciones. Entonces, brotó la idea a su mente: haría un homenaje a Eme dibujado en aquel tejado. 

Sin pensarlo dos veces, se levantó y se dirigió caminando hasta el edificio. Buscó el portal más cercano e intentó entrar, pero la puerta estaba cerrada. Si quería colarse en aquel tejado para pintar, debía encontrar una forma para entrar con todo el material sin llamar la atención. Además, debía subir para comprobar que esa terraza no era de ninguna casa (aunque no lo parecía, ya que el acceso era una puerta gris y no una puerta de terraza o una ventana corredera). Se quedó unos segundos pensado ahí en la puerta. 

De repente, sintió como dos personas se acercaban desde dentro del portal. Era la pareja que había estado en el tejado. Eran adolescentes y probablemente estaban haciendo pellas. Abrieron para salir y Equis aprovechó para entrar dentro. Subió por las escaleras hasta la última planta y, mientras lo hacía, ya estaba pensando en cómo iba a realizarlo todo. Ya estaba casi decidido, solo le faltaba cerciorarse de que la puerta de acceso al tejado estuviera abierta. Cuando llegó a la última planta, vio que no solo no estaba cerrada, si no que aquella puerta estaba abierta siempre ya que tenía pomo pero no cerradura. Eso hacía que Equis solo tuviera que ingeniárselas para entrar al portal y subir. 

Cuando salió a la terraza, se asomó y disfrutó de las magníficas vistas. Tenía una sensación de nervios en el estómago, como si su cuerpo ya supiera que iba a realizar una misión secreta en aquel tejado poco tiempo después. En aquel momento no le daba miedo como tal ya que si alguien le preguntaba, diría que había subido a hacerse un selfi y nadie sospecharía nada.  

Meditó un momento sobre cómo llevaría a cabo el plan: Primero tenía que acceder al portal y conseguir subir hasta la terraza con el material para pintar. Después debería subir al tejado y pintar tres sitios estratégicos. Equis había visto que había varias terrazas y accesos al tejado, ya que el edificio tenía muchos portales, por lo que a lo mejor podría ser una opción entrar por una terraza, ir pintando los salientes del tejado y luego salir por la más cercana al último saliente. Tenía que subirse a comprobarlo. Escaló al tejado negro de aquel bloque de viviendas. No era difícil subir. 

Una vez arriba fue medio agachado hasta el primer saliente que había. Se hizo una idea de cómo de largo sería el rodillo que necesitaría y la cantidad de pintura. También pensó en el color, debían ser claros para que se distinguieran bien en aquella pared negra. Después, hizo un recorrido por el tejado pasando por las terrazas que había. Debía comprobar si podía salir por algún otro sitio en caso de tener problemas. Pasó por todas y ninguna, salvo por la que él había entrado, estaba abierta. Además todas tenían una puerta gris distinta a la del primer bloque. Sabiendo eso, trazó el plan: Subiría por el primer bloque y empezaría a pintar por el punto más lejano. Desde ahí, se iría acercando a la salida, que era el mismo sitio por el que había entrado. 

Equis pasó el resto de la semana con la misma rutina que hasta entonces: por la mañana salía a correr, se duchaba, desayunaba y trabajaba en su proyecto de poesía. Por la tarde, trabajaba en la sorpresa para Eme, consiguiendo los materiales para lo que le iba a preparar. Decidió que llevaría a cabo la misión el domingo, un día antes de que Eme le escribiera para quedar algún día de esa semana siguiente. Quiso hacerlo así porque Eme era muy impulsiva y podía ser que le dijera de quedar el mismo lunes o el martes. Eso no le daría margen de actuación. Por otra parte, creía que su obra podía durar como mínimo cinco días antes de que la borraran, así que tenía que asegurarse de que la cita con Eme fuera lo antes posible. Y todo eso le llevaba hasta el momento presente… 

Equis acaba de llegar a casa. Había sido una tremenda locura lo que había ocurrido. Había hecho la pintada, sí, pero había estado a punto de pillarle la policía y un agente se había caído por las escaleras persiguiéndole. Dejó el carrito de tela que solía usar para hacer la compra en la cocina. Se quitó la gorra y la chaqueta y se tumbó en la cama.  

    - Madre mía... ¡ha sido una puta pasada! – Pensó mientras se encendía un cigarrillo – Ha sido tan increíble que ya ha merecido la pena hacerlo, independientemente de si Eme decide volver conmigo o no... Pero, joder, tiene que volver. Y sé que va a volver, le voy a demostrar todo lo que siento por ella. 

Equis seguía sintiéndose culpable, pero ahora tenía el objetivo de recuperar a Eme. Era un oportunidad para redimirse. Se puso a repasar como llevaría a cabo la cita con Eme. Estaba convencido de que le iba a salir a la perfección, no tenía ninguna duda. Lo veía en su mente. Primero, se tomaría algo con ella para ponerse al día. Luego le daría una pista que les haría ir hasta el banco en aquel parque. Después le diría lo mucho que le quería y le enseñaría lo que había hecho para ella. Por último le daría el poema con el que quería pedirle perdón y volver con ella. Era lo mejor que Equis había escrito nunca.

14 – Si comenzara de nuevo

Si comenzaras de nuevo...
¿Qué harías?
¿Qué cosas valorarías?
¿A qué darías importancia?
¿A tus miedos o a su fragancia?
¿Al recelo o a la constancia?
¿Te mentirías a sangre fría?
Si comenzaras de nuevo...
¿Disfrutarías más del juego?
¿Obviarías su armonía
O la atesorarías
Guardando un poco para luego?
¿Regalarías la poesía
O al segundo tres la romperías
Poniéndole tan alto precio?
Si yo comenzara de nuevo
Disfrutaría de su reflejo
A parte de su alegría
Me alejaría de mis complejos
Y lo primero, la besaría 

Diseño Capítulo 14 - Si comenzara de nuevo

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